Ruta Ayoluengo, descubriendo su hayedo.

RUTA POR EL HAYEDO DE AYOLUENGO

     Hoy os proponemos una ruta doble con comida de por medio. Nos dirigimos desde Burgos a Ayoluengo, una pequeña población situada en las Loras, al lado de Sargentes de la Lora. Vamos a ver un hayedo desde dos puntos de vista: desde arriba y dentro de él. Dejamos el coche en el pueblo al lado de una casona con un escudo impresionante en su fachada y cogemos un camino hacia arriba, pasada la iglesia de san Mamés. Se trata de una pequeña iglesia que conserva varios vestigios románicos.

     Seguimos el camino trazado que hay para ir al parque eólico que se encuentra en lo alto de la lora. Tras un breve recorrido, el camino se bifurca y tomamos el sendero de la izquierda que se adentra en un bosque de encina y roble básicamente. En el corte de la lora, que queda a la izquierda podemos observar por debajo  un  pequeño pinar y el hayedo del pueblo. Vemos las copas de la hayas desde arriba y, como es otoño, el juego de colores es bellísimo. Se trata de un sendero que dura unos  tres kilómetros o así, hasta que ya se hace bastante difícil avanzar.
     Si el día está claro y las nubes nos dejan, dejamos a nuestra espalda la montaña palentina y el Alto Campoo, de frente a la izquierda la cordillera Cantábrica y enfrente las loras. La verdad es que es un paisaje espléndido.
     Volvemos al pueblo tras dos horas de paseo para ir a Sargentes, donde hemos reservado para comer un cocido loriego que estaba para chuparse los dedos. EL Oro Negro es un modesto bar restaurante, pero el trato fue estupendo, muy amables y muy buena la comida.
     Y claro, había que bajarla. Y que mejor manera que pasear por el hayedo. Para ir hay que salir por la carretera del pueblo hacia la nacional 623 y, a escasos dos kilómetros, vemos un pequeño puente de hierro a la derecha. Aparcamos el coche a un lado de la carretera, cruzamos el puente y nos internamos de lleno en el hayedo. ¡Qué decir! Hay pocas cosas que se puedan acercar al color de un hayedo en pleno otoño. Desde allí sale una ruta que llega a Ayoluengo y luego vuelve, peor como ya habíamos estado por la mañana preferimos internarnos en el bosque y disfrutar del olor y el color de la naturaleza. Y mereció la pena. Anduvimos cerca de una hora, disfrutando del silencio, de las hayas y las hojas caídas que dibujaban una alfombra perfecta.

Os lo recomendamos.

El puente de hierro
Peña Amaya
Los colores del otoño
De roble y encina