RECUERDOS DE NUESTRO PUEBLO. VILLADIEGO(2004). de Antonio Carrera y Gabriela Varona. Editorial: Los autores.
Al margen de libros más o menos oficiales u oficiosos, hacía falta que nos “cayera” en la memoria un libro tan familiar y entrañable como éste. Arrancando muchas sonrisas venidas del recuerdo de los años más tiernos de nuestros mayores, en el verano del 2004, un hijo de la villa pasó por el ayuntamiento para ofrecerle esta pequeña joya. Joya no tanto por su valor económico como por su valor sentimental, que sí lo tiene….y mucho.
Este libro repasa historias, anécdotas, dichos, refranes, ferias y fiestas, coplas de la época y palabras calificadas como nuestras que, aunque no lo sean (afortunadamente las palabras no tienen dueño), se convirtieron en boca de nuestros lugareños en expresiones peculiares, por el contexto o el momento en que se dijeron.
No es un libro de o para mayores…en él nuestros jóvenes pueden encontrar aspectos que creían suyos y que, sin embargo, se hayan ya en la memoria del pueblo…porque eso es lo que es este libro: La memoria de nuestro pueblo.
Transcribimos un párrafo del apartado “Personas populares”.
Don Luis Liras . Este señor era uno de los farmacéuticos de Villadiego, y, por lo cual licenciado en Química. Él fue el inventor o descubridor de los famosos “Polvos Pinos”, los cuales fueron comercializados con el nombre de “Engorde Castellano Liras”. Nadie ha logrado descubrir la fórmula de esos polvos que, mezclados con harina de cebada servía como pienso para toda clase de animales. El panfleto se distribuía como publicidad y propaganda. Yo mismo siendo niño los he repartido entre los parroquianos los días de feria, generalmente en bares y casas de comidas por cuya labor, don Luis Liras me daba una propina.(….)
¿De dónde sacaba Liras los “Polvos Pinos”? Recordemos que Liras compraba huesos, yo mismo buscaba huesos de animales muertos y comidos por los buitres, en el alto del Calvario y luego se los vendía a Liras. ¿Qué hacía o qué fabricaba con los huesos? Y otra pregunta:¿Qué había en la tenería que Liras poseía en el camino a Fuente Sabrido?.
Las guindillas del Tripero . La familia Álvarez, de siempre han tenido comercio de artículos para matanza, como pimentón, especias y, sobre todo, tripas de cerdo para hacer chorizos y morcillas; de ahí el sobrenombre de “El Tripero”. Hay una anécdota curiosa que deseo contar por su gracia. Un lunes, día de mercado en Villadiego, llega un hombre de un pueblo de arriba de Arenillas preguntando si tiene guindillas picantes. El señor Álvarez le dice que sí, que pican mucho y que si lo desea puede probar. El aldeano se come una y dice que aquella no pica. Se repite la invitación a que pruebe comiendo otra. Y cuando llevaba comiéndose tres guindillas y el buen señor sigue diciendo que no pican, el señor Álvarez, viendo que acababa con las guindillas sin sacarles el gusto, le pide que vaya a otra tienda porque , por lo visto, allí sus guindillas no pican. Con pocos como aquel señor, adiós al negocio.