FIESTA DEL JUDAS EN LA PROVINCIA DE BURGOS
de Ernesto Pérez Calvo
Publicado por la Excmo. Diputación Provincial y patrocinado por el Excmo. Ayuntamiento de Villadiego, la Diputación de Burgos y el grupo de teatro y canción tradicional Espliego.
Este libro, escrito por Ernesto Pérez Calvo, recopila e investiga sobre una de las tradiciones más importantes de nuestros pueblos: la Fiesta del Judas. Conocido sobre todo por sus actividades teatrales, Ernesto es un claro ejemplo de ese tipo de persona incansable, que no puede estar sin dedicarse en cuerpo y alma a aquello que más ama: las tradiciones y el teatro. Profesor de Historia ya retirado y sacerdote, ha dedicado estos últimos años a investigar sobre este tipo de fiestas.

Las fiestas del Judas, en su más extensa variedad y formas, son, entre otras cosas, el testimonio de una época del año que acaba (el invierno) y otra que comienza (la primavera). A caballo entre la religión y la tradición pagana, se enclava esta fiesta a la que los tiempos y nuestras devociones religiosas convirtieron en una fiesta con fundamentos cristianos.
A lo largo del libro se rastrea esta fiesta por localidades cercanas a Villadiego: Castrillo de Murcia, Guadilla de Villamar, Sotresgudo; o en lugares más lejanos (Lerma, Belorado, Castrillo del Val…)
A continuación, exponemos un párrafo de la obra:
“La fiesta del Judas en Villadiego estuvo a la cabeza de las fiestas provinciales, fue de las más importantes de cuantas se celebraron en Burgos; de hondas raíces y profundo calado popular. Fue, sin embargo, de las primeras en desaparecer, enterrada en el olvido del paso del tiempo, que hace cada vez más profunda su tumba. Los vecinos del pueblo saben de su importancia y con entusiasmo y esfuerzo de todos se intenta resucitar(….).
Todo comenzaba muy de madrugada el Sabado de Gloria. Apenas el sol comenzaba a desperezarse, los Cadenas llegaban a la plaza, arropando al Judas, un muñeco estrafalariamente vestido y de rubia cabellera. No falta el ruido y el alboroto que armaban estos desarrapados en su afán de provocar al vecindario y provocar confusión. Con sus gritos, petardos iy cacharros disonantes y caóticos intentaban ahogar el canto de aleluyas de San Lorenzo, Santa María y el Convento de las Agustinas, al unísono, lanzaban al viento. Ya en sonidos tan dispares se presgiaba en el cielo el enfrentamiento entre el bien y el mal, que se iba a producir en campos y plazas.”