GRACIA Y DESGRACIAS DE CASTILLA LA VIEJA .(1978)
de Ramón Carnicer. Editorial Plaza y Janés.
En este libro, encabezado por un breve discurso donde se habla del autor como “un viajero de excepción, agudo observador y exquisito estilista, analiza las causas de la muerte de unos pueblos milenarios, orgullo de una entrañable porción de España” se hace un periplo por nuestra zona abarcando pueblos como Castrogeriz, Sasamón… recalando, según el autor , en Villadiego a las siete de la tarde. No le debió de caer muy bien el pueblo, porque , la verdad, no salimos muy bien parados. Habla de un pueblo de 1600 habitantes, del padre Flórez, de dicho “me tomo las de Villadiego”,del bar Peruco (donde pone a parir a los jóvenes), de la Fonda Lumi (y por ende, de Iluminado)…y juzguen ustedes mismos en estos fragmentos que se transcriben:
“A las siete de la tarde, un autobús me deja en Villadiego. Un hombre que acude a la llegada me guía a la única fonda dotada de calefacción.
— Además lo tratará bien-me dice guiñando un ojo-, ahí dan buen asado.
Pero al llegar a la fonda resulta que todo está patas arriba, precisamente por la calefacción. La tenían, sí, en la planta baja, en el comedor y ahora, para subirla a los dormitorios y ,de paso, modernizarlo todo, no dan más que comidas.(…) «
Después pasa a comentar algo del aspecto de Villadiego y del dicho que nos ha hecho tan populares…
“La expresión tiene sus variantes (…..) pero, en definitiva, el estanquero me traslada a la versión que un ayuntamiento decidió materializar en la plaza Mayor. Reza allí una placa:
Villadiego era un soldado
Que a San Pedro, en ocasión
…………………………………….
tomó las de Villadiego.
Resulta ridícula esta ripiosa versión a lo divino. ¿Cómo imaginar a un soldado de nombre Villadiego custodiando al encarcelado apóstol? Un relieve escenifica la mala décima. Allá está el tal Villadiego, en figura de soldado romano, dormido y con un lanzón entre las piernas. San Pedro, con túnica hasta los pies, hace ademán de ponerse unas calzas que no van con su indumentaria ni con la del mílite romano. En medio, un ángel con alas de pichón dirige la fuga».
En fin, que no podemos pasar por alto que el autor de este libro no reconoce que la mayoría de las viejas historias tienen dos versiones: una real y otra literaria. Pero prosigamos:
“ Lo mismo que en otros pueblos, la juventud local se va. Pero aún queda , al menos, un fuerte y ruidoso grupo jugando al tute en el Bar Peruco, donde entro a calentarme. Los jóvenes hacen alarde de la mayor y más refinada suciedad verbal captada por mis oídos en las anchuras peninsulares. Fumando o haciendo repelentes globos con su chiclé, una chica presencia el juego de cartas.
Cuando calculo que es la hora de cenar, me traslado a la fonda Lumi. Anejo a ella está el Bar Lumi, donde he de esperar el comienzo de la cena, diferida hasta el final de una película de tiro de la televisión contemplada pro los futuros cenantes con una atención hipnótica. En tanto y gracias a la etiqueta de un periódico burgalés puesto en la mesa, se aclara la denominación de ambos establecimientos, aférisis y apócope, diría un gramático, pues Iluminado Barbero es el dueño y bautista de los dos. (..)
A la mañana siguiente, muy temprano, salí sin lavarme ni afeitarme(..)
Al subir al autobús que ha de llevarme a Burgos, veo a mi guía de la tarde anterior. Bajo, sin un diente, de voz ronquilla y pigmentación manifiestamente vinícola, me dice guiñando un ojo e imaginando mis venturas astronómicas de la noche:
-Lo trataron bien , ¿eh? Ahí dan buen asado.
Afirmo con cara complacida para no defraudarlo, aunque la verdad es que la pitanza consistió en sopa, pescadilla y dos manzanas……»