DÁRSENA DE PONIENTE

DÁRDENA DE PONIENTE, PENSAMIENTOS Y LEYENDAS. De Miguel Ángel Casado Martínez

     Esta pequeña joya nos habla, en muchos cuentos, de nosotros mismos. Mezclando trabajos premiados en distintas convocatorias, relatos encargados o historias en las que recuerda a seres queridos, Miguel Ángel Casado tira de ternura, añoranza, sentimiento y belleza para contarnos, a través de las  historias que narra, parte de él y parte de nosotros mismos.

     Con prosa exacta, justa, sin adornos, desmenuza historias y recuerdos con delicadeza y respeto. Merece la pena sumergirse en ellas.

Dársena de poniente

     “El cine de mi pueblo, Villadiego, se llamaba Capitol, nombre rimbombante, común en aquella época y que sonaba ya a lugares elegantes y lejanos, como el invento que nos lo acercaba. (….)

     Lo regentaba Abraham, un hombretón alto y fuerte, orondo, voz aguda, que contrastaba con su humanidad, tos frecuente de  fumador de “caldo”, tabaco de liar marca “Ideales”. Creo recordar que en los últimos años fue su único oficio, por ende era conocido como “Abraham, el del cine”. (…) Compartía vecindario en Villadiego con dos hermanos, Monchi, el encargado de la cámara y proyección y Juan Antonio, el más joven, perculiares formas de andar, gafas muy gruesas y ciertas formas de comportamiento delatoras de su paso por el seminario. (…)

     Los sábados llegaba el coche de línea por la tarde a la plaza, todos lo esperábamos como el acontecimiento del día, en él venían personas que habían ido esa mañana a la ciudad o las que nos visitaban por otros motivos, en él también venían las mercancías (…) Una de esas mercancías que los niños esperábamos eran las sacas de tela dura y basta, que desde un fondo redondo de madera protectora, envolvían y guardaban las latas del celuloide que se proyectaba al día siguiente.”