Calle de Dr. Antonio Ruiz Martínez
Esta calle comienza en la fuente del Artesiano. Esta palabra procede del francés, Artois, antigua provincia francesa en la que, este tipo de pozos, fuentes, eran muy numerosos durante la Edad Media.
La calle debe su nombre a Antonio Ruiz Martínez, uno de los dos médicos que había en la villa cuando yo era una niña, don Antonio y el otro era don Juanjo. Este querido vecino del pueblo tuvo un hijo, el Dr. Antonio Ruiz de Miguel, que fue médico anestesista y uno de los precursores de la anestesia epidural en el hospital de Burgos. ¡A cuántos de nuestros hijos habrá ayudado a traer al mundo mitigando el dolor gracias a la epidural! Recibió la Calza de Oro en 2009.
Nada más comenzar la calle, a la izquierda está la que fue su casa. Más adelante estuvieron las oficinas de Extensión Agraria, en los bajos del edificio. Y, a continuación, la casa de la Hitas, modista del pueblo y almacén de pieles regentado por Dioni.
En la acera de enfrente, de nuevo desde la fuente, está el viejo instituto. Creado en 1951, gracias al entusiasmo del ayuntamiento y a una comisión creada para llevar a cabo este proyecto. Desde entonces, allí han estudiado todos o casi todos los chicos del pueblo, desde muchos años atrás, razón por la cual muchas generaciones del pueblo y comarca tienen carrera superior. Ese viejo instituto ha pasado por los distintos planes educativos. Yo recuerdo, cuando comencé 1º de B.U.P., que nos venían a examinar profesores de fuera, en concreto del Cardenal López de Mendoza, centro al que estaba adscrito.
Durante mucho tiempo fue el Liceo Padre Flórez, después el instituto Padre Flórez y, por último, el I.E.S. Campos de Amaya. Recuerdo también que había en el suelo unas aberturas cuadradas alrededor de todo el edificio en las que nos metíamos de niños. ¡Vaya gusto! Salíamos llenos de suciedad y bichos … pero nos gustaba. Cuánta gente habrá jugados en sus patios, se habrá sentado bajo su árbol o ha jugado al baloncesto. Pero lo más emblemático del edificio eran los arcos… no sé contar las horas que nuestra cuadrilla y otras han pasado ahí, al abrigo del frío invierno. Jugando a la cerilla, la botella, a los deseos… En fin. ¡Qué recuerdos!
Más adelante está lo que hoy es el ambulatorio, antiguamente el Instituto Nacional de Previsión.