Calle del Estudio
Si la comenzamos desde la fuente del Artesiano, encontramos a la izquierda el arco del lateral del bar Paralelo… ¡cuántos ratos y recuerdos! Era un bar grande que tenía una puerta de acceso a la casa de los dueños. Tenía una barra grande en curva. Enfrente estaba la tienda de “chuches” de la Pepa y el Pepe. Bueno, lo de “chuches” es un término moderno. Entonces eran golosinas y de poca variedad. El Pepe y la Pepa eran dos ancianos (o así me lo parecía a mí) e íbamos allí con una perrilla a comprar la única golosina a la que teníamos derecho, y no todos, los domingos.
A media calle más o menos, de nuevo en la acera del Paralelo, nos encontramos con el taller de Negrete y, la carpintería de Gonzalo, que luego fue del hijo y más tarde la llevo Manolo Torano.
Más adelante, casi llegando a la plaza, estaba la casa de la Julianita. Recuerdo que nos preparaba a las cuadrillas chocolate para festejar algún acontecimiento, durante las fiestas del pueblo o carnavales. Como no era algo muy común en aquella época nos sabía a gloria. Luego le pagábamos las pesetas que nos pedía y hasta la próxima. ¡Cuántos chocolates nos hemos tomado! Y en la esquina, lo que hoy es la Caixa, la tienda (droguería y de regalos) de Julián Pérez. Me gusta envolver regalos y creo que esa afición me viene de ver cómo se envolvían en esa tienda… tanto que me daban ganas de pedir que me dejaran hacerlo a mí. De hecho, yo que me he pasado la infancia haciendo “recados” para la fonda y gruñendo por ello, creo que era el único sitio al que iba sin ningún tipo de queja. Incluso me hacía la remolona y tardaba en pedir las lejías o el detergente por ver cómo el regalo desaparecía bajo una visión de colores y dibujos entonces muy llamativos para mí.